Según el estudio de Capgemini, las empresas consultadas estiman que, para finales de 2022, el 21% de sus plantas serán inteligentes. Muy probablemente, los sectores que lideren esta transición serán los siguientes: aeroespacial, defensa, producción industrial y automoción, en los que ya trabajan personas junto a máquinas inteligentes.
A nadie le queda ninguna duda de que la digitalización de las empresas es crucial para mejorar la productividad, lograr gran flexibilidad en los procesos y además, con la fábrica inteligente se logra una reducción significativa en los costos de producción.
Por ejemplo, según estimaciones del informe, un fabricante típico de automóviles podría mejorar hasta un 40% su margen operativo gracias a la reducción de los gastos logísticos y de materiales, el aumento de la eficiencia de los equipos y la mejora de la calidad productiva.
Según el estudio de Capgemini, las organizaciones prevén que los costes laborales directos en sus fábricas inteligentes se reduzcan un 25% en los próximos cinco años.
Expertos consideran que el fenómeno de “contagio tecnológico” ya arrancó y se acelera cada vez más. Aunque advierten que la “digitalización” no es una tecnología sustitutiva sino aditiva. Es decir, no se trata de sustituir las cabezas pensantes por la Inteligencia Artificial, sino de sumar ambas para obtener una combinación que genere valor. Y no solo se trata del valor monetario sino también de valor para el cliente, valor medioambiental y valor en responsabilidad social corporativa.
Hablar de smart factory, fábrica inteligente o fábrica conectada se refiere concretamente a plantas de producción que interactúan en tiempo real en aspectos como la identificación de la demanda, la cadena de suministros, la reconfiguración de la producción, el mantenimiento, la logística y la expedición (y cualquier otro elemento de la cadena de valor), generando un flujo de información en tiempo real que es procesada y analizada para la toma de decisiones inmediatas o incluso con carácter predictivo.
Además hablar de fábricas inteligentes no remite necesariamente el futuro, ya son muchas las que están evolucionando hacia eso y como se mencionó antes, el proceso de “contagio tecnológico” se acelera cada día más. Es una locomotora imparable de cambio que ninguna industria debe perder.